Artículo de Sabin Azua
Me gustaría relatar una historia real que desde mi punto de vista encierra la esencia de lo que significa la cultura que debería imperar en la vida de las empresas. A una enorme cantidad de directivos y miembros de las organizaciones se nos suele llenar la boca al hablar de conceptos ampliamente repetidos como proyecto compartido, responsabilidad social corporativa, solidaridad, cooperación, participación, bien común, etc., pero en muchas ocasiones nos cuesta trasladarlo a ejemplos sencillos que den sentido real a nuestro discurso.
Me envió un gran amigo de la infancia (por cierto, en la actualidad es un monje de la religión Zen) la historia de un antropólogo que propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y les dijo que aquél que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, contemplo atónito que todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron a disfrutar del premio en medio de grandes risas y canciones.